Esta sustancia se deposita en la pared celular de las plantas para evitar que se pudran, haciendo su estructura firme y leñosa. A partir de este material, los diseñadores finlandeses Stora Enso han creado una tecnología para sustituir al grafito y abastecer a las biobaterías del futuro.
Para ello contarán con una nueva planta de producción en Kotja, al sur de Finlandia, con un coste de 10 millones de euros que producirá carbono renovable de base biológica. El polvo del árbol se prensa en tiras como sustituto del grafito no renovable.
En la planta trabajan más de 150 personas, y está especializada en la producción de pulpa de madera blanda y biocombustibles como aceite de resina y trementina. La compañía también desarrolla desde maderas moldeables hasta envases de alimentos.
La instalación del espacio de producción de lignina de 10 millones de euros es una extensión de la fábrica de biomateriales actual.
El material no tóxico a partir de la lignina puede reemplazar los combustibles fósiles y los metales extraídos que normalmente se hallan en las baterías de iones de litio, que generalmente requieren grafito para funcionar.
Stora Enso produce lignina en Sunila Mill desde 2015, contando con una capacidad de producción anual de 50.000 toneladas que la convierte en el mayor productor mundial. Para obtenerla, se separa de la pulpa de la madera durante la producción de fibras de celulosa y se refina en un polvo de carbono liviano.
El siguiente paso es convertir el resultado en láminas de electrodos, combinándolas con componentes de la batería para reemplazar el grafito, que se destina al ánodo de las baterías de ion-litio tradicionales.
La tecnología ha sido patentada como Lignode y allana el camino a los coches eléctricos: para cumplir sus propósitos de producir 20 millones de coches eléctricos al año, Tesla tendría que extraer un millón de toneladas de grafito. Otro problema es la capacidad de sobrecalentamiento de las baterías actuales.
Stora Enso ha descrito cinco beneficios clave para la transición a su tecnología de energía renovable Lignode. El primero es la escalabilidad, ya que es viable producir comercialmente las baterías por la amplia disponibilidad de los árboles. El segundo es la sostenibilidad, cumpliendo la certificación europea.
Le siguen el carácter renovable, rechazando la producción de baterías de China, a costa de estándares ambientales bajos y costes de producción reducidos.
También tienen una velocidad de carga más rápida que las que están actualmente disponibles en el mercado, y están operativas a temperaturas más frías, allanando el camino a los futuros coches eléctricos.
El carbono a base de lignina podría emplearse para sistemas de automoción o productos electrónicos de consumo. No solo coches, sino bicicletas eléctricas y scooters, cuya demanda se elevó un 46% durante la pandemia, según datos de la consultora PwC.
Su material para remplazar al grafito planea extenderse por el mundo. En la actualidad exploran asociaciones estratégicas para acelerar la ampliación y la comercialización en Europa de su proyecto.
Existen otras compañías del sector como Ligna Energy, con sede en Suecia, que hace lo mismo con las biobaterías, promoviendo "un cambio global acelerado hacia la producción de energía libre de combustibles fósiles".